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En las suaves y encantadoras estribaciones de la majestuosa Sierra de Guadarrama se encuentra enclavado el pintoresco municipio de Alpedrete, un rincón de aproximadamente 12,6 km² que se despliega sobre terrenos mayormente llanos, abrazado por las sombras imponentes de las montañas circundantes. Sus límites se entrelazan con la geografía de la región, colindando al norte con Collado Mediano, al sur con Galapagar, al este con Collado Villalba y al oeste con Guadarrama, privilegiándolo con un acceso directo al magnífico Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. En este lugar, el clima continental se entremezcla con las influencias serranas, y bajo la tierra, oculta a la vista, reside una presencia freática que le otorga vida.
En el mismo corazón palpitante de la Comunidad de Madrid, Alpedrete destaca como un hermoso pueblo que ha cautivado el corazón de sus habitantes. Su clima amable y su entorno natural han sido acogidos con gratitud por generaciones de madrileños. A lo largo de la historia, este lugar sirvió como refugio para numerosas residencias de recreo, un escaparate donde se buscaba el alivio de las tensiones urbanas. Sin embargo, esta tendencia está en un proceso de transformación, ya que muchas de estas propiedades están cambiando de naturaleza, transformándose en primeras residencias permanentes, atraídas por la oferta de servicios e infraestructuras de calidad que este pueblo ofrece, permitiendo a sus habitantes tejer un plan de vida completo, enraizado en la riqueza de su entorno.
Las huellas de la historia en estas tierras datan de aproximadamente 4.000 años atrás, rastros del pasado que se revelan a través de vestigios megalíticos descubiertos en este municipio. Aquí, en Alpedrete, se pueden contemplar un dolmen, dos hachas de piedra pulimentada, un cuchillo, una punta de flecha de sílex y fragmentos de cerámica, lisa y decorada, que cuentan historias antiguas. Aunque también existen vestigios de la época romana, estas muestras son más escasas, una prueba de la profundidad del tiempo que ha dejado sus huellas en estas tierras.
La historia de Alpedrete también está entrelazada con disputas territoriales que alguna vez hicieron eco entre Madrid y Segovia. Fue incluido en El Real de Manzanares, formando parte de complejas relaciones de poder en la región. En 1630, alcanzó el estatus de villa, un momento que marcó su independencia, aunque hasta 1840 fue considerado como un barrio de Collado Villalba, con un alcalde pedáneo al mando. El momento de la independencia municipal fue un acontecimiento solemne, con la lectura del decreto, la entrega de la vara de mando al primer alcalde de Alpedrete, Basilio Montalvo, y una serie de actos simbólicos que sellaron su identidad autónoma, incluso la expulsión de los presentes del Ayuntamiento, guiados por concejales. La ceremonia alcanzó su clímax con el canto del Te Deum, acompañado por el susurro de órganos, reverberando en la Iglesia Parroquial.
El propio nombre de Alpedrete evoca su estrecha conexión con las canteras de granito que se encuentran en esta región, anidada en la hoya de Villalba, en medio de su espectacular circo montañoso. Sin embargo, los eruditos y amantes de la historia aún debaten sobre el origen exacto de este topónimo, especulando sobre si es de origen árabe o quizás más antiguo, una herencia latina que ha persistido en el tiempo. También es común encontrar, aunque no oficialmente, la denominación de "Valle de Piedra" para esta localidad, una descripción que rinde homenaje a la importancia de la piedra en la identidad de la región.
Las piedras extraídas de los terrenos de Alpedrete han sido la base fundamental de varios conjuntos arquitectónicos de gran envergadura en la Comunidad de Madrid, abarcando épocas diversas. Entre los edificios de renombre construidos con esta materia prima, se encuentran el majestuoso monasterio de San Lorenzo de El Escorial, el imponente palacio Real de Madrid, los emblemáticos Nuevos Ministerios y el impresionante Valle de los Caídos, entre otros. Aunque la evidencia documental respalda esta conexión histórica, es seguro que muchos otros edificios e incluso pavimentos han sido engendrados a partir de la riqueza de las canteras de esta localidad serrana.
Para aquellos que sienten el llamado de la pesca, una curiosidad única aguarda en Alpedrete. En una antigua cantera especialmente adaptada, es posible pescar enormes truchas, una experiencia que sumerge a los visitantes en pleno contacto con la naturaleza, entre la tranquilidad de las aguas y el abrazo de la montaña.
Alpedrete, enclavada en la Cuenca del Guadarrama, se ha convertido lentamente en un imán para los entusiastas del turismo activo, gracias a su ubicación excepcional. A pesar de esta evolución, el municipio sigue manteniendo con orgullo sus tradiciones y costumbres arraigadas en el tejido de su comunidad. El origen del nombre del pueblo revela sus raíces en las canteras de granito, de las cuales se obtuvieron las piedras que, con el tiempo, se utilizaron en la construcción de monumentos notables, como el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, el majestuoso Palacio Real de Madrid, los emblemáticos Nuevos Ministerios y el imponente Valle de los Caídos, entre otros, destacando su papel en la historia y cultura de la región.
Si el clima acompaña y el deseo de estar en contacto con la naturaleza se manifiesta, tendrás la oportunidad de explorar la zona a través de sus rutas y vías pecuarias, conduciéndote hasta la "dehesa", considerada una de las joyas naturales de la región. Allí, los visitantes podrán admirar las antiguas canteras, algunas de las cuales, debido a las bajas temperaturas de esta época del año, se han congelado, añadiendo un atractivo adicional al paisaje, como si la montaña misma estuviera pintada de invierno. Además, los antiguos lavaderos, recientemente restaurados, cuentan una historia propia, un testimonio tangible de la vida y las costumbres que han dejado su huella en esta tierra.
El casco histórico de Alpedrete es un remanso de belleza y autenticidad, donde los callejones sinuosos tejen una red que conecta el pasado con el presente. Los espacios notables, como la plaza de la Villa y la de la Pozuela, son testigos mudos de los pasajes de la historia. Uno de los edificios más imponentes que se alza aquí es la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, que lleva consigo un aire de fortaleza, alimentando las especulaciones de que esta estructura pudo haber sido parte integral del palacio del Conde de Adanero. Su construcción se inició en el siglo XV, y alcanzó su culminación en una segunda fase, mucho más reciente, durante el siglo XX. El artesonado mudéjar que adorna su interior lleva consigo más de 500 años de historia, un reflejo del paso del tiempo y las manos que moldearon este templo. La iglesia se erige con orgullo en la plaza de la Villa, su presencia elevada, de estilo herreriano, se yuxtapone al extraordinario edificio del Ayuntamiento, un testimonio de la grandeza que ha caracterizado a la región. Un toque de esplendor reminiscente del Monasterio de El Escorial.
Las festividades en Alpedrete son como pinceladas vibrantes en el lienzo de la vida local. El 22 de mayo se iluminan las calles y corazones con las festividades patronales en honor a Santa Quiteria, y es en estas celebraciones donde emergen las famosas corridas de toros, un espectáculo que atrae la atención y el fervor de todos. Además, en la colonia de Los Negrales, se celebra el día del Carmen, una ocasión que destaca la diversidad de tradiciones que enriquecen la cultura local, un recordatorio de la riqueza y la variedad de expresiones que dan forma a la identidad de Alpedrete, un tesoro en las estribaciones de la Sierra de Guadarrama.