Boadilla del Monte, una joya escondida en las proximidades de la vibrante y bulliciosa ciudad de Madrid, se despliega con elegancia en el corazón del Área Metropolitana, compartiendo su espacio con la majestuosa Casa de Campo, que actúa como su protectora y vecina en su frontera occidental. Este encantador rincón es quizás menos conocido para muchos, pero guarda tesoros que nos transportan a épocas pasadas y añaden profundidad a la rica historia de la región.
Formando parte del Parque Regional del curso medio del río Guadarrama y su entorno, Boadilla del Monte refleja su fuerte compromiso con la conservación de la belleza natural que lo rodea. El renombrado arquitecto Ventura Rodríguez dejó su huella indeleble en esta localidad, construyendo en el siglo XVIII el elegante palacio neoclásico que albergó al infante Luis Antonio de Borbón, hermano del rey Carlos III, y donde el renombrado pintor Francisco de Goya dejó su marca. Desde 1974, el Palacio del Infante Don Luis ha sido declarado monumento nacional, un legado vivo que nos habla de la grandeza y la historia de la región.
La localidad cuenta con otros edificios históricos, cada uno contando sus propias fascinantes historias. El convento de la Encarnación, un magnífico ejemplo de la arquitectura del siglo XVII, también ha sido honrado con el título de monumento nacional en 1980, y su imponente iglesia es un verdadero festín visual para aquellos que aprecian la belleza arquitectónica. El templo de San Cristóbal, posiblemente anterior al siglo XVII, y los icónicos puentes y fuentes diseñados por Ventura Rodríguez en el siglo XVIII, que bordean la carretera que conduce a Madrid, agregan capas adicionales a la ya rica herencia histórica de Boadilla.
El nombre mismo de Boadilla, con su origen en la palabra "Bobadilla," que significa 'lugar de pasto de bueyes,' nos habla de su conexión profunda con la tierra y su historia agrícola arraigada. La localidad rinde homenaje a su patrona, Nuestra Señora del Rosario, durante su fiesta mayor, que incluye las emocionantes corridas de toros, un evento que resuena en las cercanías del Palacio del Infante, recordándonos la vitalidad cultural y tradicional de la región.
A lo largo de los años setenta, Boadilla del Monte experimentó un notable crecimiento poblacional con la proliferación de las residencias unifamiliares en sus atractivas urbanizaciones. En el horizonte, se anticipa un aumento aún mayor de la población debido a la liberalización de amplias áreas de terreno que ya se están convirtiendo en modernas comunidades.
La historia de Boadilla nos transporta a tiempos prehistóricos, donde vestigios descubiertos nos hablan de sus primeros moradores. Restos de la Edad de Hierro en las zonas cercanas a arroyos, como el Arroyo del Nacedero, y los restos de la época romana, que sugieren una presencia intensa en ese período, nos hablan de un pasado arraigado en la antigüedad. Los visigodos también dejaron su marca en Boadilla, y algunos de estos hallazgos ahora se encuentran en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid.
Los jardines de Boadilla no se quedan atrás en belleza y significado. Los macizos de boj trazando elegantes geometrías de influencia italiana en los jardines adyacentes al Palacio del Infante son un testimonio de un diseño exquisito. Además, la Fuente de las Conchas, que ahora se encuentra en los Jardines del Campo del Moro del Palacio Real de Madrid, antes adornaba estos jardines, estableciendo una conexión tangible entre Boadilla y la belleza artística.
Boadilla del Monte es un rincón que fusiona su rica historia, su fuerte compromiso con la naturaleza y su encanto arquitectónico para ofrecer a visitantes y residentes una experiencia única. A pesar de pasar a veces desapercibida en medio del ajetreo de la gran ciudad, este municipio está lleno de tesoros por descubrir. Boadilla invita a explorar sus encantadoras calles empedradas, maravillarse con sus edificios históricos que cuentan historias del pasado y sumergirse en la serenidad que ofrece, todo a tan solo unos pasos de la bulliciosa metrópolis de Madrid. Es un rincón que merece ser apreciado y celebrado por su rica herencia, su belleza natural y su capacidad para transportarnos a épocas pasadas mientras nos cautiva con su encanto contemporáneo.