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La fascinante historia de Guadalajara se adentra en tiempos ancestrales que la conectan de manera profunda con la antigua Celtiberia. A pesar de ello, son las menciones más antiguas en los anales históricos las que nos desvelan su importancia fundamental como punto estratégico en las elaboradas maniobras militares trazadas por los emires y califas de la renombrada Córdoba.
Este enclave está acariciado por las frescas aguas del río Henares, tejido que ha tejido una rica trama de acontecimientos que entrelaza a los duques del Infantado con la capital de La Alcarria. En su legado arquitectónico, emerge majestuoso el Palacio del Infantado, auténtico estandarte de la ciudad, testigo de épocas gloriosas.
En el extremo noroeste de la provincia, emerge con fuerza Sigüenza, una joya proclamada Conjunto Histórico-Artístico. Reconocida como asiento episcopal tradicional, esta villa se rinde ante su castillo medieval del siglo XII, hoy transformado en un atractivo Parador de Turismo. Un segundo tesoro es la Catedral (s. XII), que amalgama la imponencia gótica con los toques románicos, albergando en una de sus capillas la célebre figura del Doncel de Sigüenza.
En nuestros días, Guadalajara se despliega como una urbe en constante movimiento, de fácil acceso y proximidad, tras haber experimentado un vertiginoso progreso económico y un desarrollo urbano sin igual. Disfruta de las instalaciones más destacadas, espacios verdes generosos y una plétora de servicios que satisfacen a plenitud a sus residentes, quienes no cesan de expresar su júbilo por los niveles de calidad de vida alcanzados.
Por estas múltiples razones, Guadalajara se muestra como un destino idílico para compartir en familia, gracias no solo a la multitud de recursos disponibles en este ámbito, sino también por su enriquecedora oferta cultural diseñada especialmente para los más pequeños. A los eventos habituales que se despliegan a lo largo del año, se suman una miríada de actividades familiares y espectáculos infantiles meticulosamente organizados desde el Teatro-Auditorio "Buero Vallejo". Además, son numerosos los establecimientos de hostelería que presentan menús infantiles y comodidades diseñadas para los paladares más juveniles.
En proximidad a la Capilla de Luis de Lucena, nos topamos con la concatedral de Santa María de la Fuente la Mayor. Su edificación se sitúa en el siglo XIV sobre las ruinas de una mezquita. Nos sorprende su grandiosidad exterior, el campanario de ladrillos coronado por 8 campanas y su interior, dividido en 3 zonas principales que ostentan el esplendoroso retablo mayor de Francisco Mir. Aunque no ostenta la distinción de catedral, este imponente edificio no pasa desapercibido para los visitantes y es un lugar frecuentado por los habitantes locales. Un sitio de parada ineludible en la exploración de la capital.
Al emprender la aventura de la denominada Ruta de la Arquitectura Negra, nos embriagamos con la vista de un notable número de construcciones levantadas usando esta técnica única. Simultáneamente, este recorrido nos brinda la oportunidad de sumergirnos más profundamente en la provincia, sus diferentes regiones, sus pueblos y sus habitantes, al tiempo que nos deleitamos con la exquisita gastronomía propia de cada localidad.
Resulta relevante destacar que los pueblos que conforman la ruta de la arquitectura negra han sido propuestos para ser proclamados Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO.
A lo largo de esta travesía, nos maravillaremos con espléndidos parajes, enmarcados por majestuosas montañas y con zonas de inigualable belleza, como el embalse de El Vado o las orillas de los ríos Sorbe y Jarama.
Situada en la Serranía Norte de Guadalajara, Atienza se revela como un crucial punto de convergencia para rutas importantes de la región: la senda del Cid, la ruta del Románico Rural y la huella del Quijote. El Castillo, encaramado en lo más alto del pueblo, representa el monumento más icónico de Atienza. Usado en tiempos remotos por los celtíberos y posteriormente por los árabes, quienes edificaron una fortaleza alcazaba, este castillo fue reformado por los cristianos tras la Reconquista. Durante la Edad Media, cambió de manos innumerables veces entre los siglos IX y XI.
El espíritu de Atienza se alza como un faro en la Serranía Norte de Guadalajara, marcando el cruce de rutas importantes que han dejado su huella en estos parajes. La senda del Cid, ese valiente caballero, la ruta del Románico Rural, testigo de una época esplendorosa, y la icónica huella del Quijote, cuyas hazañas han trascendido las páginas de la literatura, confluyen en este rincón cargado de historia.
El Castillo, majestuoso y imponente, se erige en la cima del pueblo, un testigo de épocas tumultuosas. En su origen, fue testigo de las defensas celtíberas, y más adelante, las murallas de esta fortaleza resguardaron a los árabes, quienes la dotaron de una alcazaba sólida como el roble. Tras la Reconquista, fueron los cristianos quienes, con destreza y visión, dieron un nuevo propósito al castillo, reformándolo para adaptarse a las cambiantes circunstancias de la Edad Media, un período en el que cambió de manos en innumerables ocasiones, entre los siglos IX y XI.
Atienza, cuna de leyendas, con sus callejuelas adoquinadas y sus edificaciones de época, nos hace retroceder en el tiempo, conectándonos con las raíces de este pueblo histórico. Sus calles susurran historias de antaño, sus plazas rezuman el encanto de lo antiguo, y sus gentes, orgullosas de su herencia, preservan la rica tradición que ha perdurado a lo largo de los siglos.
En la sinfonía de su paisaje, donde se entrelazan colinas onduladas, campos verdes y horizontes que parecen no tener fin, Atienza es un lugar de encuentro para quienes buscan comprender la historia y la cultura de esta región. Los caminos que recorrieron figuras históricas, los mismos senderos que inspiraron las hazañas del Cid, ahora se revelan a los curiosos viajeros, listos para explorar la riqueza de la Serranía Norte.